Hemos vuelto a casa, después de vivir una experiencia espectacular en el extranjero: unos días de disfrute y convivencia entre todas, con anécdotas divertidas, momentos inolvidables, lugares de ensueño y hasta un premio bajo el brazo.
El principal motivo de esta escapada fue la participación en la Noche de Tuna en Eindhoven, Holanda. Luego, algunas de nosotras aprovechamos la ocasión para hacer un pequeño Tour por diferentes ciudades de los Países Bajos. Un viaje que sin duda ha sido especial para nuestra veterana Chosniño, quien celebró su cumpleaños rodeada de sus compañeras y de las preciosas tierras holandesas.
Igual de especial fue también para nuestra novata Jenni (o como se ganó a pulso en el viaje, Pescanado), ya que era su primera asistencia a un Certamen de Tunas, y para nuestra pardilla Nadia, que por fin podía mirar a la gente a los ojos sin tener que agachar la cabeza… ¡Que altos son los holandeses!
Antes que nada, desde aquí queremos agradecer de nuevo a las dos tunas locales de Eindhoven, «La Tuniña» y «la Tuna Ciudad de la Luz«, por habernos invitado al Certamen, así como felicitarles por la buena organización del evento, la ilusión que habían puesto en él, el buen ambiente conseguido, la comida exquisita, ¡y las 400 cervezas gratis del sábado por la noche!
En especial, le mandamos con gran cariño nuestro agradecimiento a las que fueron nuestras azafatas durante el Certamen, Marimondita y Wasabi, que se mostraron en todo momento muy atentas, dispuestas a ayudarnos y nos guiaron perfectamente. ¡Probablemente sin ustedes no hubiésemos dado con la mitad de los sitios! Nuestras gracias también a Calimocho y a Snoopy, por habernos recibido en el aeropuerto y facilitarnos el primer contacto con el país.
El viernes, después de instalarnos en el hostal y de haber tomado la «cena» (a las 17.00 de la tarde), comenzamos con el Pasabares. En total cinco bares en los que mostramos algunos de nuestros temas, y en uno hasta nos atrevimos a improvisar algunas de las canciones en español más conocidas, que los holandeses cantaban a coro.
Al día siguiente tuvo lugar la «Noche de Tunas«. A pesar de la lluvia, nuestra Tuna hizo su actuación, disfrutó mucho del escenario, haciendo buena música y un gran baile de pandereta, por parte de dos de las pardillas, que cada vez optan más a formar parte del Circo del Sol… La tarde estuvo muy bien amenizada por el resto de tunas participantes. Por la noche tuvo lugar la entrega de Trofeos, donde nuestra tuna fue galardonada con el Premio al Mejor Pasabares. La noche concluyó con la fiesta típica que acompaña a este tipo de certámenes donde además, nuestras novatas y pardillas compartieron un rato de actividades y juegos con la Tuna Femenina de Granada.
El domingo llegó enseguida, y con él, el momento de abandonar Eindhoven bajo una lluvia intensa que nos empapaba la caja de los instrumentos. Aún así, aguantó todo el viaje como una campeona. Nos trasladábamos en guagua desde una ciudad a otra: primero Amberes, luego Brujas y, por último, Bruselas.
En Amberes continuó el mal tiempo y el frío, pero eso no nos impidió hacer un poco de turismo por la ciudad. Nuestro siguiente destino, Brujas, nos acogió con un cielo que quiso ponerse azul para que pudiéramos disfrutar de algunos rayos de sol y donde nos dedicamos a visitar los sitios más singulares, como las infinitas chocolaterías que nos ponían los dientes largos. Culminamos nuestra estancia en esta preciosa cuidad cantando y tocando al atardecer en la Gran Plaza Burg, en el mismísimo centro histórico de Brujas, donde la gente que se acercaba se animaba incluso a bailar y tararear algunas de nuestras canciones.
Por último, pero no menos importante acabamos este gran tour en Bruselas, de la cual conocimos algunos de sus lugares más famosos como el Mannekin Pis y la Gran-Place, donde compartimos con algunos de los allí presentes varias de nuestras canciones. Hubo tiempo incluso para un pequeño dúo a guitarra de una de nuestras componentes con un chico que se acercó a nosotras con ganas de compartir música. Como guinda de este viaje pasamos nuestra última noche en Bruselas en el Train Hostal, ¡en una cabina de tren real, y muuuuy antigua!, desarrollando nuestras habilidades de organización y compenetración debido al reducido espacio.
Sin duda, ha sido un viaje inolvidable, lleno de experiencias y anécdotas que nunca olvidaremos. La música, la gente, los paisajes, la luna llena, dispuesta a concedernos todos nuestros deseos… toda una maleta de recuerdos y sensaciones que nos acompañarán en nuestro corazón para siempre.